4. La relación Iglesia-Estado en la Edad Media.

Icono IDevice ¿Qué tiene que ver la religión con la política?

Del césaropapismo a la teoría de las dos espadas

La disputa producida en torno al tema de las relaciones Iglesia Estado es una disputa que se produce en la práctica, es decir en la vida cotidiana, más que una disputa teórica, ya que en este periodo, pese a algunas excepciones, no se produce una teorización política, todo lo más una teorización moral. Por ello, comenzaremos mostrando las circunstancias y los hechos históricos en los que se produce este fenómeno, para posteriormente pasar a intentar descubrir algunas teorías filosóficas que se van produciendo al hilo del desarrollo de esta polémica.

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Las relaciones Iglesia Estado van a ir variando a lo largo de este periodo pasando por distintas posiciones o dominio de una parte sobre otra hasta llegar a la separación e independencia de ambas entidades. Así vamos a ir viendo el cesaropapismo, que propugna la subordinación de la Iglesia al Estado; la teocracia o hieratismo, que supone el dominio de la Iglesia sobre el Estado; la teoría de las dos espadas, que supone la existencia de dos poderes, aunque con una superioridad y dominio de la Iglesia sobre el Estado; finalizando con la separación e independencia de ambos poderes. El poder de una institución sobre otra va a ir variando a lo largo de este periodo.

Vete fijándote bien en estas circunstancias históricas, ya que deberás hacer un resumen de las mismas relacionándolas con las ideas políticas que los filósofos plantearon en este periodo histórico.

Los inicios del cristianismo

Relieve con Cristo y algunos apóstoles
Imagen 38. Jesús como referencia inicial

En principio cabe decir que el cristianismo inicial no se plantea ningún tipo de relación con las formas de organización política. Es más, el cristianismo inicial plantea su vida como una situación temporal previa a la venida del Reino de los Cielos. Podemos decir que, si existe una máxima que vertebre las relaciones entre la Iglesia y el Estado, ésta es la clara independencia de ambos "A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar" Mateo 22, 15-21 o Marcos, 12, 13-17. Aunque esta cita ha sido interpretada de muy diversas formas, parece que es coherente interpretarla como una independencia que permita no involucrar a Dios y su reino en asuntos de carácter político o secular, pero siempre sin olvidar, que se  concede más importancia a los asuntos divinos que a los humanos.

Las aportaciones de Pablo de Tarso Consultar Texto refuerzan esta interpretación, pero dejando mucho más claro, que toda autoridad nace o proviene de Dios, aunque algunos prefieren entender esto no desde una postura teocrática, sino más bien reconociendo el hecho social como algo divino y por ende hay que aceptar las reglas sociales legalmente establecidas. Pero siempre manteniendo, como afirma Pedro en Hechos de los Apostoles 5, 29, que hay que obedecer antes a Dios que a los hombres.

Por otro lado, los Estados tienen un objetivo diferente al de la religión, ofrecer un bienestar temporal a todos los ciudadanos. Pese a todo, podemos ir viendo como esta supuesta autonomía entre ambos poderes no es algo que aconteciera ni en la época del Imperio Romano ni en la época medieval.

El inicio de las relaciones

Fotografía del mosaico de la corte del emperador Justiniano 1
Imagen 39. Justiniano I

La relación comienza a establecerse cuando la religión cristiana pasa a convertirse en religión oficial del Imperio Romano. Hay que tener presente el control que los emperadores ya tenían sobre la religión y cómo incluso algunos llegaron a ser considerados como dioses en vida. Este hecho tuvo como consecuencia una aparente subordinación de la Iglesia al Imperio, que se ha denominado césaro-papismo y que eliminó la separación inicial entre Política y Religión.

El cesaropapismo es un sistema de gobierno en el que el emperador, César, es, a la vez, la cabeza visible de la Iglesia, y tiene en ella más autoridad que el Papa.

En el Imperio Occidental hubo una cierta rebelión de independencia de la Iglesia, que mediante el movimiento monástico consiguió mantener cierta independencia frente al emperador, incluso terminó por imponer su poder, estableciendo una hierocracia o teocracia. Sin embargo en el Imperio Romano de Oriente esta subordinación de la Iglesia al Estado continuó durante largo tiempo. Un claro ejemplo de ello fue el emperador Justiniano I (483-565). Consultar Texto

Contra esta tendencia cesaropapista dominante en el Imperio de Occidente se reveló el Papa Gelasio I (492-496), que fruto de la la primera ruptura entre Roma y Constantinopla, a consecuencia del Cisma de Acacio (Patriarca de Constantinopla), toma cartas en el asunto y además de excomulgar a Acacio, dirigió una carta al emperador de Oriente Anastasio I (491-518). En dicha carta se formulaba, por primera vez, la doctrina de las "dos espadas", a la vez que manifestaba la superioridad de la potestad espiritual (Papa) sobre el poder temporal (Emperador), con la que pretendía hacer frente al cesaropapismo bizantino.

La teoría de las dos espadas venía a afirmar que las dos espadas no podían estar en una sola mano, correspondiendo una a la potestad secular y la otra a la espiritual, y que se debían reciproca protección.

Esta teoría se considera inspirada en pasaje de Lucas 22, 38 en el que se hace referencia a dos espadas, que tradicionalmente es tomada por una metáfora según la cual la sociedad humana, por disposición divina, tenía dos autoridades, la civil y la eclesiástica. Igualmente se suele considerar que la postura de Gelasio está influida por la distinción que Agustín de Hipona hace en la Ciudad de Dios, entre la ciudad terrenal (poder temporal) y la ciudad celeste (poder espiritual), así como en la separación de poderes (temporal y espiritual) existente en la legislación romana, que otorgaba a la autoritas que se identifica con la Iglesia una superioridad sobre la potestas identificada con el emperador.

Mientras tanto en el antiguo Imperio de Occidente surgen rebrotes de control o sometimiento de la Iglesia por ejemplo en el Concilio de Toledo (589) en el que la nobleza visigoda y ocho obispos arrianos aceptan el catolicismo, hecho que trajo como consecuencia la creación del "Primado de Toledo" y el nombramiento de los obispos por parte del rey. Pese a todo en el occidente cristiano se reconoció la primacía doctrinal del Papa, con menos problemas que en el oriente cristiano.

La doctrina de las dos espadas fue interpretada posteriormente de diversa forma por ambos poderes. El poder imperial interpretaba que cada espada había sido entregada por Dios de un modo directo al papa y al emperador y por tanto ambos poderes son del mismo orden y autónomos en sus esferas. Por otro lado, desde el papado se manifestaba que Dios había confiado ambas espadas a la Iglesia: la espiritual se la reservó el papa para sí, la temporal se la dio al príncipe, que debe manejarla al servicio y según la indicación de la Iglesia.

El cesaropapismo en el resurgir medieval

Imagen de la escultura de Carlomagno de Frankfurt
Imagen 40. Carlomagno

Con la coronación de Carlomagno en Roma como emperador, por el papa León III (800), se inicia el Sacro Imperio Germánico Romano. Con esta coronación se produce el apoyo de la Iglesia cristiana al Estado y viceversa, que terminó derivando en un cesaropapismo, que apoyándose en la teoría del origen divino de los reyes, consideraban disponer de un poder absoluto sobre la religión y el gobierno a la vez. Así, aunque los dos poderes serían ejercidos, el espiritual por el Papa y el temporal por el emperador, mantener el equilibrio resultó muy complicado. Podemos ver algunos ejemplos de ello:

 


La Querella de las Investiduras

La querella de las investiduras, fue un conflicto que había generándose durante el tiempo de los Otones, producido por la intromisión del imperio en el nombramiento de cargos eclesiales, del que la Iglesia pretende liberarse.

Tras la muerte de Enrique III surge en Roma un movimiento tendente a liberar al papado del sometimiento al imperio. Reivindican la libertad de la Iglesia, en todo el mundo cristiano, para nombrar sus funcionarios.

Imagen en blanco y nigro del papa Gregorio VI
Imagen 41. Gregorio VI

Gregorio VI emprende una reforma de la Iglesia para recuperar su prestigio social y su poder de influencia y decisión en el Imperio. La cristiandad se debate entre la libertad de la Iglesia y la tendencia teocrática. Podemos ver las pretensiones de la reforma

Evidentemente esta reforma irrita al emperador, que depone al papa y nombra a Nicolás II, que continúa con las reformas, instituyendo el Colegio Cardenalicio, como único responsable de la elección del papa. La disputa continúa a lo largo del tiempo con nombramientos y deposiciones de papas así como excomuniones de emperadores. En 1119 Calixto II se impone como papa en Roma y renueva la excomunión de Enrique V, pero hasta el 1122 no se alcanza un equilibrio con la firma del Concordato de Worms, con el que finaliza la querella de las investiduras.

No obstante y pese a la disputa, la reforma gregoriana otorgó una gran libertad a la Iglesia que se concretó en:

  • La Libertas Ecclesiae que postulaba la liberación de la Iglesia en todos los niveles del poder secular.
  • La centralidad romana que se reservaba las llamadas causae maiores, y los legados papales recorrerían Europa y mediante concilios regionales impondrán la unidad disciplinar y litúrgica desapareciendo así ritos particulares.
  • Los Dictatus Papae, un silabario con 27 proposiciones que precisaba el primado del Papa, como por ejemplo: la posibilidad del Papa para deponer emperadores (12), o que el Papa puede exonerar del juramento de fidelidad a su rey cuando este es injusto (27).

Dominium mundi

Frente a la reacción de independencia y dominio de la Iglesia, surge de nuevo la reacción imperial iniciada por Federico I Barbarroja, sucesor de Enrique V, que intentó recuperar el concepto del imperio. La teoría que se maneja para sustentar la reacción imperial es la del dominium mundi.

La idea del dominium mundi consideraba que el imperio tenía dominio sobre todo el antiguo Imperio romano, por lo que todos los reinos cristianos, y la Iglesia, al serlo de provincias del imperio, estaban subordinados al emperador.

Imagen de Federico I (Barbarroja) con sus hijos
Imagen 42. Federico I (Barbarroja)

Enrique VI, hijo de Federico I Barbarroja, para incrementar el poder del emperador, trató de convertir el título imperial en hereditario, levitando así la dependencia de ser elegido por los príncipes germánicos.o que le llevó al fracaso político.

Con el emperador Federico II y la llegada al papado de Inocencio III se produce un recrudecimiento de los enfrentamientos. Inocencio III es un firme partidario de la teocracia pontificia, y de la superioridad de la función sacerdotal sobre la real. El poder real no es más que un ejecutor de las órdenes emanadas del único poder legitimado por Dios, el de la Iglesia. Inocencio III amplió sus dominios territoriales, y manipuló a su favor las luchas dinásticas dentro del Imperio, y en las monarquías periféricas. Su política iba encaminada a construir una monarquía como la que pretendía Enrique VI, pero pontificia. Federico II entendía el imperio al estilo cesaropapista, y lo definía como romano, universal y absoluto.

Tras la muerte de Federico II el imperio se debilita, llegando a constituirse un interregno. En 1257 los príncipes electores eligen a dos emperadores no germánicos: Alfonso X el Sabio, de Castilla, y Ricardo de Cornualles. El interregno terminó con la muerte de Ricardo en 1272 y la abdicación de Alfonso X el Sabio en 1275. Los electores eligen, en 1279, a un príncipe germánico de segunda fila, Rodolfo I de Habsburgo, que reconocerá la superioridad del papado sobre el Imperio, y en la práctica la corona se hace hereditaria.

La plenitudo potestatis y la teocracia pontificia

La teocracia pontificia ya planteada por Inocencio III se fortalece con Inocencio IV (1243-1254) y los aportes de los canonistas pontificios Gil de Roma y Agustín Trionfo y se concreta en la doctrina de la plenitudo potestatis.

La plenitudo potestatis defiende la idea de que el Papa es el único vicarius Christi, título usado por algunos monarcas. Así el Papa es quien posee la monarquía absoluta, que no recibe ni fuerza ni autoridad de los miembros, sino que es la cabeza la que la infunde sobre los miembros.

Esta tecnocracia se verá reforzada con Bonifacio VIII (1294-1303) y su Bula Unam Sanctam (Una y Santa) (18-V-1302) contra el rey de Francia Felipe el Hermoso. Con ella se llevaba hasta sus últimas consecuencias la doctrina de Inocencio IV y se retoma la teoría de las dos espadas con la que se establecía la relación entre el poder secular y espiritual.

En esta bula se establece que todas las personas se sometan a la autoridad del Papa, para poder alcanzar la salvación. También se indica que el poder terrenal (Imperio) debe estar sujeto al espiritual (Iglesia) disponiendo la Iglesia del poder de nombrar o deponer cargos seculares, cuando el ejercicio del poder secular sea contrario a la ley religiosa.

La crisis de la Cristiandad

Imagen de la placa conmemorativa del Concilio de Constanza
Imagen 43. Placa del Concilio de Constanza

Fruto de estos enfrentamientos comienza entorno al s. XIV la denominada crisis del Cristianismo, que no solo representa una crisis del papado con su traslado a Aviñón en 1309, sino que el imperio también comienza su crisis fruto del reforzamiento y la búsqueda de independencia de las nuevas monarquías, que no solo se opondrán al poder eclesial del papado, tratando de imponer su poder en las iglesias locales, sino que se opondrán al poder imperial.

El momento más crítico para el cristianismo es el denominado Cisma de Occidente (1.378-1417), en el que dos Papas ejercen el poder de la Iglesia, uno en Roma y otro en Aviñón. Al mismo tiempo surge la idea del Conciliarismo, que quería colocar al Concilio con igual autoridad que el Papa.

El conciliarismo era una doctrina que consideraba, que un concilio ecuménico representa a toda la Iglesia y obtiene su poder directamente de Cristo. Por ese motivo todos los cristianos, incluidos los miembros de la jerarquía y el Papa, están sometidos a su autoridad y deben obedecerla.

Este conciliarismo se manifestó el Concilio de Constanza (1.411-1418) como solución al cisma, pero Martín V, nombrado papa para poner fin al cisma, rechazó las ideas conciliaristas al finalizar el concilio. Ideas que volvieron a resurgir de forma más fuerte en el concilio de Basilea, hasta que finalmente el papa Julio II, consiguió poner fin a las mismas en el Concilio de Letrán al declararlas contrarias a la ortodoxia.

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