1. El camino hacia la modernidad.
¿Qué es lo moderno?
Imagen 2. El cambista y su mujer |
Si te preguntara qué es lo moderno, seguramente me responderías que lo moderno es lo actual, lo que se lleva, lo in, o alguna cosa por el estilo.
Cuando nos referimos a la modernidad nos referimos a una época histórica, que nos resulta dificil situar dentro de un marco temporal. Esto es debido a la falta de acuerdo existente entre los historiadores. Nosotros, para entendernos, la situaremos entre los siglos XVII al XVIII; siempre teniendo presente que estos límites no son estrechos.
La modernidad se caracteriza fundamentalmente por un giro en la temática filosófica, centrada básicamente, por un lado, en el desarrollo de la nueva ciencia y la nueva metodología científica y, por otro, en el problema de la fundamentación y objetividad del conocimiento, así como las consecuencias que de este problema se derivan.
La época moderna supone pues el abandono de los esquemas propios de la filosofía medieval. Pero este cambio no es algo que produjo de forma repentina, sino que fue fruto de una evolución en el pensamiento occidental a partir del s. XIV, con la crisis de la escolástica y posteriormente con el renacimiento. Éstas son fundamentalmente épocas de crisis y no se caracterizan por dar soluciones importantes a estos problemas. Por esta razón las dejaremos a un lado, destacando únicamente algunos aspectos, que pueden ser dignos de ser tenidos en cuenta.
La filosofía moderna supone una ruptura con toda la cosmovisión que se había fraguado durante el período medieval. Si queremos establecer un denominador común que de unidad a este período, podríamos afirmar que éste reside en la intencionalidad de introducir la racionalidad en todos los ámbitos de la vida humana.
Ya hemos estudiado como la filosofía griega supone una defensa de la razón frente al mito, pero la aparición del cristianismo trajo consigo la supeditación de la razón a la revelación. La filosofía moderna pretende recuperar de nuevo la autonomía de la razón tanto en el ámbito del pensamiento, como en el ámbito de la acción. La culminación de estos acontecimientos se nos revela en el pensamiento kantiano y hegeliano.
Pero para conseguir este objetivo, no debemos olvidar la orientación histórica de nuestra asignatura, hemos de hacer referencia a unas serie de acontecimientos que van determinando el camino hacia el desarrollo de la racionalidad hasta la culminación de la misma en el pensamiento hegeliano. Así, aunque normalmente la modernidad se fecha a finales del s. XVI, haremos referencia a la importancia que juega el nominalismo del s. XIV y la crisis de la escolástica, el humanismo renacentista y el desarrollo de la ciencia con la revolución copernicana, para luego ir mostrando el camino a la filosofía ilustrada a través del racionalismo y el empirismo.
Rasgos epocales de la filosofía moderna.
Cabría destacar en primer lugar, la primacía otorgada al problema del conocimiento. Efectivamente, los filósofos modernos se caracterizan por anteponer la gnoseología a toda otra cuestión, gnoseología que posee un carácter genético, es decir, se investiga el origen, la génesis de los procesos de conocimiento, cuyo valor de verdad o falsedad es determinado con posterioridad a su origen.
La segunda característica que comparten las corrientes filosóficas de la modernidad consiste en la asunción de una postura claramente subjetivista. El hombre se encuentra imposibilitado para conocer directamente la realidad, las cosas en sí, tal y como son. Perdida la ingenuidad de un realismo gnoseológico, se hace necesario reorientar la pregunta acerca de lo real: ¿Conocemos las cosas tal y como son o son las cosas tal y como las conocemos? La realidad ha dejado de ser evidente, porque no puede ser conocida más que mediatamente, a partir de nuestras ideas o representaciones mentales, esto es: a partir del propio sujeto cognoscente y no del mundo en sí.
Racionalistas y empiristas tendrán que enfrentarse antes que nada con la cuestión del sujeto como origen de todo conocimiento acerca de lo real y con la cuestión de las posibilidades y límites de tal conocimiento. Lo obvio es el sujeto que conoce, a partir del cual se construye lo real, el mundo "extramental".
Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia inmediata la importancia otorgada a la investigación sobre el método. Se tiene conciencia de una ruptura con el Renacimiento y la seguridad de que se está haciendo y estrenando un nuevo saber. De la preocupación fundamentalmente filológica de los renacentistas, de su revolución orientada hacia el pasado, se pasa a una revolución que, desde el presente, se ordena hacia el futuro desde una perspectiva optimista de progreso.
El paulatino despegue de las ciencias particulares, favorecido por la independencia gradual de toda investigación respecto a los dogmas de la religión y la tradición, hacía necesaria la investigación de un método que desechara todo aquello que no pudiera diferenciarse rigurosamente ni de lo verdadero ni de lo falso. El ámbito de la conjetura, de lo probable no puede mantenerse si lo que se pretende es construir una ciencia cuya característica fundamental sea la certeza, su absoluta indubitabilidad. Por eso, la preocupación por establecer un método seguro y riguroso fue uno de los intereses primordiales de esta época.